domingo, 5 de abril de 2020

COVID-19 - Seamos hermanos pero no primos


COVID-19 - Seamos hermanos pero no primos



Tal vez sea el momento de leer la actualidad pandémica del COVID-19 desde otro punto de vista. Para ahorrarme palabras os remito al artículo, https://www.naturalnews.com/2020-04-03-eugenicist-bill-gates-demands-digital-certificates-coronavirus-vaccination.html, que yo he renombrado como NO VACUNA-NO TRABAJO,  que expresa mucho de ese otro punto de vista. 

Parece indudable que mediante la pandemia se está creando el clima para que todo esto, que es el anhelo de grupo globalista, se haga realidad. Por arte de magia hemos pasado de una situación de confort y despreocupación a otra de miedo en la que “los miedosos” entenderán que hay que hacer lo que haya que hacer para evitar el desasosiego, la incertidumbre, de quién te puede o no te puede contagiar, o la económica derivada de este particular.

Todos, unos desde el confinamiento y otros desde la lucha directa contra el virus en las calles o en los hospitales, hemos hecho piña común entre aplausos. Naturalmente que el agradecimiento está bien y el agradecimiento público mejor. Ahora y antes de ahora. No lo es tanto cuando se utiliza desde determinadas esferas para alcanzar el pensamiento único. El mismo pensamiento que hará no sólo ser permeables a cualquier sugerencia de control sino a demandarla, verla bien, necesaria. La estrategia ha funcionado, sólo hacía falta una pandemia. En China ni siquiera ha hecho falta y ya en junio pasado (2019) fue modificada su legislación para regular la vacunación obligatoria de la población.

Una de las claves de la pandemia es ésta, el miedo y el control del miedo, la sumisión y asunción que de facto ha mostrado la población, que muy bien puede ser utilizada para implementar a la carta cualquier cosa. Esto es, no sólo la implementación de cualquier vacuna “salvadora” sino la de un certificado universal biométrico, como el impulsado por Bill Gates, mediante un microchip de tatuaje de punto cuántico, como medida garantista y condición sine qua non para la interrelación social, para el acceso a servicios y medios de vida, como un imperativo legal, con esa repercusión vital, por más que la alianza promotora, el grupo ID2020 , quiera darle un enfoque humanista: no certificado, no trabajo, no viajes, no compras, no vida. Esto sin hablar del objetivo globalista  (des)poblacional recogido en la Agenda-21 de la ONU, y que tienen un largo historial de intentos fallidos, hasta éste como primera aproximación o forma exitosa. Más exitosa cuando alcance las zonas sin atención y sin recursos.

Otra clave la encontramos si tomamos en consideración que la nanotecnología que se implementa mediante las vacunas interactúa con la tecnología 5G, es decir, con el internet de las cosas, de lo que se deriva que pasamos a ser una de esas cosas de ese internet de las cosas, es decir, un elemento rastreable en todo momento. Esto sin entrar en la cuestión al respecto de la acción inmunodepresiva del 5G que facilitaría la progresión de los agentes patógenos, ni la supuesta replicación de esos agentes patógenos mediante tecnología 5G, es decir, restringiendo dicha relación al mero almacenamiento y lectura de información mediante la tecnología.

Otra clave se apoya en el hecho de que el nombre científico del COVID-19 es SARS-COV-2, tal como, queriendo o sin querer, aparece en el propio ministerio de sanidad, es decir, es una modificación genética del SARS realizada necesariamente en laboratorio, lo que demuestra que no es un virus natural, tal como sostiene el experto en bioterrorismo, el profesor Frances Boyle, quien interviniendo en el show de Alex Jones (InfoWars.com), elevó sus conclusiones, sobre la base de los estudios científicos presentados en una de las dos revistas más prestigiosas en la materia, que no son otras que la aparecida en su página 11 en la que se afirma que dicha modificación “puede proporcionar una ganancia de función al coronavirus para una propagación eficiente en la población humana”, además de revelar que no existe una ascendencia viral conocida del coronavirus CoVid-19 y sí en cambio del virus MERS, lo que indica que fue diseñado y que se utilizaron las propiedades de uno para el otro. Virus de partida, por cierto, que tampoco tiene un origen natural, como lo demuestra el hecho de que el mismo responde a una patente, propiedad del laboratorio “The pirbright institute”, que curiosamente está financiado por la fundación Bill and Melinda Gates, según la traza societaria que va desde el primer Rothschild hasta Soros, pasando por la casa Real Británica.

Al respecto hay que destacar que los laboratorios habilitados para trabajar con dicha patente, y el de Wuhan, que al parecer, tal como desarrolla el propio Frances Boyle en su entrevista, accedió a los estudios del virus de forma fraudulenta, están financiados por los mismos que promueven la vacunación y por los mismos que realizaron el EVENTO-201 , en octubre del 2019, en el que se emula la situación de pandemia, con todas los elementos idénticos (hasta con telediarios ficticios) a los desarrollados de forma real tres meses más tarde (según se ilustra en el vídeo).



Hemos pasado de una situación en la que determinadas pretensiones no se manifestaban a otra en la que sí, manifestando abiertamente qué cosas se harían en un contexto como el de una pandemia y reconociendo incluso que tal contexto propiciaría el logro de esas pretensiones. Tanto, en tantas vertientes, que resulta difícil creer que haya sido producto del azar, de la casualidad o del error. Estamos hablando de grupos de poder que tradicionalmente han montado guerras en sitios estratégicos, bien para controlar las materias primas, bien para mantener la relevancia del dólar, como han montado la del golfo o la de Irak, o las dos guerras mundiales por las mismas causas. Ésa es la clave final. Estamos hablando de grupos que ajustan en cada elemento de su estrategia como una maquinaria perfecta: ¿por qué Italia se ha constituido en foco, por qué lo ha hecho luego EE.UU? ¿Por qué las actuaciones de los diferentes mandatarios parecen obedecer más a los tiempos que a los hechos? Es decir, Macron mira para otro lado y realiza unas elecciones mientras la epidemia va a más, y Sánchez hace otro tanto escudándose en criterios técnicos para no actuar en una cuestión tan de bulto como la de La Lombardía, es decir, sobre una cuestión para la que no se precisa un informe técnico y de cuya realidad nos enteramos todos por los medios (no tenemos que acudir a un bombero para saber que un fuego está descontrolado).

Sobre esa clave final se me ocurren al menos dos motivaciones:

Cuando nosotros pensamos en la pandemia, pensamos virus-pandemia-parón económico, pensando que el parón económico es el efecto. Podemos pensar que el parón económico sea el objetivo, simplemente por intereses económicos, por ejemplo el de asociar a la pandemia el reseteo económico o acelerar mediante ella una crisis económica que estaba en ciernes, el de enmascarar todo el dinero falso creado por los bancos centrales mediante todo el dinero falso que se va a tener que crear ahora. Alguno de los altos mandos del ejército compareciente dijo respecto al virus que estábamos en guerra, y es cierto, estamos en guerra, pero no por lo que él dice sino porque un enemigo invisible está utilizando el virus para conseguir lo mismo que se consigue en las guerras, para ponernos en estado de guerra. Es decir, alguien ha pensado que lo que antes se conseguía con la guerra ahora se consigue de una forma más sofisticada y en cierto sentido (ya se verá) menos cruenta.

Y podemos pensar que no sea ni siquiera el objetivo final, y que ese objetivo final sea el ya citado al respecto del control poblacional o un colapso de la política antiglobalista de Trump en EE.UU, cuestión que no parece tan extraña si consideramos cómo han proliferado los contagios allí (en parte por su sistema de sanidad y su idiosincrasia poblacional), y si consideramos que puede ser que el virus ya estuviera allí en EE.UU, tal como se desprende de lo ya referido o de las manifestaciones de un diplomático chino (desmentidas, por cierto, por otro, y ya es raro eso). Es decir, esto puede ser simple y llanamente un envido a la grande por este particular, un intento de romper la fortaleza de esas políticas (su carácter autárquico), como ya de hecho ha sucedido en México, Reino Unido y Brasil, mediante la contagiosa realidad y la demanda social, de romper las últimas resistencias al NOM (nuevo orden mundial).

No obstante, de momento el enemigo (según para quien) no está en esas manos invisibles sino en aquellas que de forma manifiesta han dejado libre el virus. En los EE.UU se ha presentado una demanda por 20 billones (europeos) de dólares contra las autoridades chinas, esto es, por una cantidad mayor que el PIB chino. De forma particular, el abogado estadounidense Larry Klayman y su grupo de defensa Freedom Watch (sociedad civil americana) junto con la compañía de Texas Buzz Photos presentaron una demanda contra el gobierno chino, el ejército chino y el Instituto de Virología de Wuhan, el Director del Instituto de Virología de Wuhan Shi Zhengli y el Mayor General del ejército chino Chen Wei,  alegando que el coronavirus es el resultado de un arma biológica preparada por las autoridades chinas. La pregunta inmediata es, de acuerdo con lo expresado al respecto de las actuaciones de los distintos mandatarios, qué harán los diferente Estados, es decir, si buscarán su propia cuantificación de daños, cuestión que no parece puesto que ni siquiera se ha verbalizado el menoscabo, o seguirán con la agenda.