miércoles, 19 de diciembre de 2012

Resumen de la 8ª entrega de la Teoría social


Necesitamos una evaluación libre de toda de toda sensación o percepción particular, porque, no obstante de todo lo anterior, hay una parte de esto que llamamos desarrollo que parece avanzar y otra que no, y necesitamos resolver si es sí o es no, Necesitamos caracterizar matemáticamente la relación entre el desarrollo y el crecimiento para estar seguros de que efectivamente existe o se da esto que hablamos y determina nuestra percepción.
Matemáticamente, esta determinación se expresa simplemente mediante el concepto de proporcionalidad, que puede ser directa o inversa y que da cuenta, respectivamente de un incremento o decremento de uno de los aspectos cuando el otro se incrementa.
Nosotros encontramos una ecuación de desarrollo que tiene este comportamiento, que es, por otra parte, coincidente totalmente con la curva característica del efecto transistor, lo que nos permite verificar que la realidad obedece a este patrón.
Es decir, por una parte encontramos la tal ecuación de desarrollo que tiene proporcionalidad directa para unos valores e inversa para otros, y por otra identificamos ese cambio de proporcionalidad en la curva característica, lo que nos permite describir el mencionado cambio de proporcionalidad, lo que esta representa socio-económicamente y cómo se da.
La importancia del conjunto ecuación de desarrollo-curva característica es capital, y lo debería ser para el análisis económico que carece de una verdadera aproximación científica o verificación de los postulados, lo que permite vivir en la nada, esto es, decir esto y lo contrario dependiendo de la teoría económica al uso.
Aquí estamos cambiando el lenguaje y estamos determinando de forma sencilla qué y cuánto se puede cambiar de qué porque todo se traduce en una u otra forma de comportamiento sobre el esquema de trabajo: se resuelve directamente la relación causa-efecto entre unas variables y otras, lo que permite pretender unos determinados estados y ajustar las variables para alcanzarlos.SIGUE


martes, 18 de diciembre de 2012

Resumen de la 7ª entrega de la Teoría social

Crecimiento y desarrollo

En la última aportación a la Teoría social nos preguntamos qué cosas se pueden cambiar en esta sociedad por quiénes y en virtud de qué, y si, en consecuencia, es posible algún impulso social que, en caso de necesidad, nos saque (para esto ha sido cada revolución) del sistema establecido y nos lleve a otro distinto (mejor), por lo que, de otra parte, resulta pertinente preguntarnos, de acuerdo con el marco actual, si es necesario ya ese impulso o incluso si está en marcha y qué evolución cabe esperar de él.
Esto nos lleva a la cuestión de qué sistema social es mejor que otro y en base a qué.
(La cuestión no debería surgir o ser una consecuencia del planteamiento inicial sino que debería ser anterior a cualquier planteamiento o propósito social porque si no se parte de esta premisa toda vale como opción, y vale como opción —tal como está ocurriendo—cualquier interés o inercia social.)
Aquí nos proponemos responder a estas preguntas e introducir en el discurso algunos elementos objetivos, caracterizando —como primera aproximación— el bienestar y el desarrollo mediante la calidad de la ocupación (cuestión sospechosamente olvidada o ignorada), para establecer finalmente una dependencia entre dicho bienestar (el desarrollo social, propiamente dicho) y el crecimiento económico.
Esta dependencia vendrá dada por una ecuación de desarrollo que representa un estudio analítico del crecimiento y el desarrollo, totalmente coherente o compatible con la evolución de la curva característica vista en el efecto transistor, y fiel reflejo —en consecuencia— de toda una casuística de comportamientos socioeconómicos, en particular de los puestos en juego en las crisis de superproducción y en los procesos de regresión social en que derivan éstas. Este estudio es esencial en nuestro tratamiento teórico porque es el que nos permitirá comprender el comportamiento coyunturalmente antagónico (en algún sentido de una coyunturalidad ancestral) de estos dos aspectos de la evolución, que finalmente podremos resolver en el bloque siguiente (Desarrollo y crecimiento), donde se pondrán de manifiesto los vicios y contradicciones sistémicas, y su posible solución.
La ecuación de desarrollo explica los diferentes marcos históricos, las tensiones puestas en juego en las diferentes revoluciones, y las tensiones puestas en juego en la actualidad, esto es, da cuenta de quién, y por qué, está estableciendo unas nuevas relaciones de producción, y, propiciando e impulsando un proceso de bipolarización social, que además se presenta como ineludible por llevar aparejado toda una transformación cultural, es decir, toda una manera de concebir las cosas (en base a lo que las cosas son por sí mismas).
La bipolarización social da lugar a su bipartición, que no es otra cosa que la destrucción de la clase media, su degradación social y el establecimiento consecuente de dos grandes grupos sociales de muy distintas posibilidades, una que lo puede todo y otra que se ve sujeta cada vez más a condiciones laborales y personales más deprimentes, tanto en los sectores empresariales debilitados por la propia ley de mercado como en aquéllos para los que el deterioro sólo representa la posibilidad de poner en marcha una ambición vieja: un esquema de funcionamiento socioeconómico más útil y acorde a unas pretensiones diseñadas a largo plazo; en definitiva, el establecimiento de unas relaciones de producción y de toda una serie de acciones motivadas a tal efecto.
Existen razones objetivas como son la propia saturación del sistema y el desarrollo que aconsejan el incremento de la bipolaridad o la hacen necesaria, y existen razones subjetivas o cuestiones de oportunidad: la que brinda ahora el avance tecnológico y posibilita al capital desembarazarse de la servidumbre del conocimiento, esto es, de la ubicación dispersa del mismo en la masa social; lo que no es sino una parte de un proceso más general de estandarización que permite tomar como indistinguible a toda la masa humana como masa laboral. En esto consiste la aludida transformación cultural puesta en marcha desde el renacimiento con la dignificación del dinero y el trabajo, posteriormente en el siglo XX con la incorporación de la mujer al mundo laboral y que ahora incorpora  nuevos mecanismos (ya se verá), que lo son de desespecialización y desestructuración social.
Estas circunstancias hacen de este proceso un proceso de revolución contrario al que se había venido dando, un proceso que se presenta sin oposición real, pues se da por un poder que no tiene un contrapoder claro, y que no parece tener  límite, que presenta unas capacidades de sometimiento inusuales, y ya olvidadas, porque presenta una independencia casi total a la fuerza del trabajo, mientras que la dependencia del trabajador al mismo (a su escasez), y al que lo promueve, va en aumento, lo que no puede derivar nada más que en formas modernas de esclavismo.

1- Crecimiento y desarrollo (7ª entrega)

Resumen. La precariedad y el paro hacen que hablemos de ocupación y que ni por un asomo lo hagamos de la calidad de la ocupación. La precariedad hace que queramos estar ocupados a cualquier precio, de cualquier modo, que esa ocupación sea sinónimo de “oportunidades” y que no quepa otra posibilidad ni ningún cuestionamiento, ni reparemos hasta que punto esta forma de vida se aparta de nuestras posibilidades de estar y se emplean en cambio otras formas de estar que se presentan como inevitables, y que como tal se asumen; y se asume como parte de un proceso natural (parte de la vida o castigo divino) toda degradación, toda ocupación estéril, abusiva o infame.
No sólo nos referimos a la ocupación laboral sino a las posibilidades de ocuparnos en la vida satisfactoriamente o las de poder estar felizmente desocupados. Esto es lo que debería procurar el desarrollo social elevado y lo que ha querido el hombre desde siempre para sí (o debería querer), y lo que no alcanza en tanto se interponen toda clase de contratiempos y servidumbres.
En la 7ª entrega, en ese intento más general de caracterizar nuestra altura social, la relación entre crecimiento y desarrollo, y de identificar en qué puede ser mejorado nuestro sistema social, abordamos la calidad de la ocupación como primera medida de nuestro grado de bienestar o idea que —si bien en algún modo puede ser subjetiva— puede dar cuenta de él, porque puede dar cuenta de hasta qué punto está el sistema orientado a la necesidad (que se trata de satisfacer de cualquier forma) o a todo aquello que se puede realizar con la necesidad cubierta.SIGUE



martes, 11 de diciembre de 2012

El verdadero problema de la educación


Sin duda uno de las cuestiones más importantes que debe tratar una sociedad, al igual que su modelo judicial, es su modelo de educación. El primero para garantizar la supresión de tensiones innecesarias entre los elementos de la sociedad, y el segundo —una vez creado ese espacio de concordia—, para muchísimas cuestiones sensibles y capitales como es la pervivencia del propio modelo social, esto es, su retransmisión a las generaciones futuras, y el establecimiento del propio modelo y su desarrollo en el marco adecuado, que hoy por hoy no puede ser nada más que la sociedad del conocimiento. Esto supone una mirada al pasado y una mirada al futuro.
Precisamente por esto último, es aquí donde más difícilmente se pueden poner de acuerdo los sistemas políticos cargados ideológicamente o que simplemente presentan perspectivas claramente irreconciliables respecto a esos dos momentos. Y es precisamente por esto que es aquí donde hace falta un punto de vista superior. Vamos por partes.
Parece del todo evidente que ni la derecha ni la izquierda tienen la patente de corso o la certidumbre respecto a la supremacía de un modelo educativo, parece evidente que en lo que respecta al fracaso escolar, con todo lo que éste repercute en la vida personal y laboral, estamos a la cabeza de Europa y que ningún reforma ha venido sino a enturbiar el panorama y a ser (salvo para alguna cuestiones relacionadas con la adecuación a los nuevos tiempos) inútil, parece evidente que estas reformas están más encaminadas a buscar parcelas políticas de decisión para hacer y poder hacer cambios interesados, que para hacer verdaderos cambios o transformaciones sustanciales que nos saquen de este pasmo, parece evidente que entre esos cambios interesados están los referidos ideológicos o doctrinales que nada interesan a la sociedad ni le resulta interesantes porque les apartan del verdadero problema.
Este continuo toma y daca ni le resulta interesante a la sociedad ni la sociedad se lo merece: no nos lo merecemos. La sociedad necesita un camino alternativo a la eterna lucha de doctrinas, de la doctrina pseudo-ética con la pseudo-social, y alcanzar una determinación suficiente que nos aparte de la indeterminación improductiva. Esto es el principio de verdad, doblemente necesario por cuanto nos acerca a algo y nos aleja de otro algo que nos consume sin remisión.
Sin remisión, porque ahora llegan éstos y hacen esto y luego llegaron los otros y harán lo contrario, en tanto que nosotros no necesitamos ni esto ni lo contrario sino algo diferente, esto es, un análisis de los problemas o más concretamente del problema de la educación en el seno de la sociedad y de forma particular en el sistema educativo.
Nosotros trataremos esos dos capítulos cuando tratemos los principios de verdad y cuando desarrollemos sus repercusiones en el marco de la propia Teoría. De momento sólo manifestar la sinrazón política, fruto sin duda de la social, y de la ceguera o incapacidad de ver a la sociedad como la presentaba Salvador Espriu en su “Assaig de cántic en el Temple (Ensayo de cántico en el Templo)” y cantaba Ovidi Montllor.


Oh!, què cansat estic de la meva covarda,
 Oh!, qué cansado estoy de mi cobarde,
vella, tan salvatge terra,
 vieja, tan salvaje tierra,
i com m'agradaria d'allunyar-me'n,
 y como me gustaría alejarme,
nord enllà, on diuen que la gent és neta,
 allí al norte, en donde dicen que la gente es limpia,
i noble, culta, rica, lliure,
 y noble, culta, rica, libre,
desvetllada i feliç
 despierta y feliz!


No hace falta estar en guerra ni es preciso un norte físico para anhelar un estado de las cosas mejor como elemento indispensable de toda transformación. Nuestro norte es una idea, una forma de ser y estar, limpia, noble, culta, rica, libre, despierta y feliz.



domingo, 2 de diciembre de 2012

Tasas judiciales


En estos días se debate respecto al incremento o la incorporación de determinadas tasas judiciales.
El hecho,  además de ser más que probablemente anticonstitucional, es del todo abusivo pues deja a todo un sector de la población al margen de la ley, más de lo que ya estaba y más de lo que ya lo estamos todos como consecuencia de la infinidad de cuestiones estructurales que impiden alcanzar el resarcimiento legitimo y legal, o hacerlo de forma útil; y del todo injustificado, teniendo en cuenta que  ese sector sin recursos económicos ya hace —por esto mismo— un uso escrupuloso de la justicia (ponderan la posibilidad de éxito y ahorro de costas) en virtud de lo mucho que le repercute los gastos profesionales (abogado, procurador, etc.).
Son tantas las voces que cuestionan la legalidad de la medida y sus aspectos discriminatorios que parece innecesario ahondar sobremanera en ellos, y sí, en cambio, en los contradictorios, esto es, no tanto en el precio de la justicia como en el precio de la no-justicia y la etiología de la solución. Son, por tanto, tres cuestiones.
Respecto a la primera, el incremento de las tasas, sólo añadir que la solución en modo alguno puede ser encarecer el servicio y luego condonar su coste para determinadas casuísticas sensibles (maltrato, trata de personas, etc.) porque para todo lo que se acude a la justicia es para alguna forma de maltrato. Algo parecido ha ocurrido con los desahucios y el tratamiento especial de determinadas circunstancias y la creencia engañosa de que de este modo se es sensible a las mismas, y como tal se traslada a la opinión pública (son líneas rojas o modas en la propia opinión), cuando hay otras muchas tan dignas o necesitadas como las anteriores; en lo que se presenta como una forma absurda de ponderar las tragedias personales, muy arraigada entre la clase política y la propia población.
La segunda es la aplicación de una solución que siempre va en el mismo sentido maquiavélico, la de dar una solución a cualquier precio, seguramente por no saber dar otra. Estamos acostumbrado a ello: si se quema un bosque la solución es prohibir la acampada o el tránsito; si el organismo judicial está saturado o es deficitario, la solución es encarecerlo o hacerlo accesible sólo por aquéllos que pueden aportarle un plus económico (así gobierna cualquiera). Aquí es donde se confunde la necesidad con la ideología que le ha reprochado el PSOE (aunque no ha sabido explicar), y donde —como en todo lo ocurrido con la crisis— se confunde la verdadera necesidad con pretensiones viejas de otra índole.
La tercera es precisamente la incapacidad de aportar una solución o dar una respuesta que mejore la rentabilidad y la aglomeración a través de la optimización o eficiencia del sistema judicial, esto es, de incidir en los verdaderos problemas que dan lugar a la reiteración y multiplicación de los proceso y, en consecuencia, a la masificación y el gasto: no se persigue depurar los procesos judiciales —en cambiar el procedimiento judicial— sino en suprimirlos, no se persigue la supresión de las causas sino su expresión. No se sabe nada más que de la repercusión económica del problema, no del problema. Por tanto, no se puede conocer la solución.
Esto es muy propio de la clase política, la incapacidad de conocer los problemas, los desencadenantes, y, consecuentemente, la solución, por lo que todo el lenguaje manejado (como si de un programa informático se tratara) es de alto nivel, de usuario, y totalmente inservible para detectar la instrucción errónea. Contrariamente utiliza la incorporación o supresión de grandes bloques de programa (que contiene dicha instrucción errónea) que junto al problema modifica otras partes, dando lugar, junto a la supuesta solución, a nuevos desastres estructurales o de sistema. Esto es lo que se hace aquí con las tasas, coger el problema por las hojas.
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En la sociedad inversa hablamos de higiene. La higiene de los sistemas tiene que venir dada por ambos elementos. Uno sin el otro es ineficaz, el otro sin el uno no tiene sentido y es perverso, y es contrario a una idea elevada de sociedad (lo primero que tenemos que alcanzar): ni las personas pueden tener tantos resquicios jurídicos que les permita agotar las vías (colapsarlas) y burlar la justicia, ni tienen por qué reclamar lo que en buena lógica les corresponde, (ni la sociedad puede permitirse llevar al abandono infinidad de delitos menores y crear ese sustrato social)
Sobre el primero, naturalmente que tiene que haber un cargo del coste (ya se vería como se conceptuaría finalmente), pero antes de eso una tasación real de lo que cuestan lo procesos, y antes de eso tiene que haber una economía de dichos procesos mediante la optimización lógica y material de los mismos. Además de esto, el cargo económico debe ponderar la sobreactuación equivocada sobre una dada como referencia que represente un valor promedialmente acertado de la realidad.
Lo segundo no vamos a desarrollarlo porque será objeto de estudio cuando en la Teoría social tratemos los principios de verdad aplicados al sistema judicial, pero sí adelantar y decir que en un modelo social que se precie para la sociedad del siglo XXI tiene que existir otros mecanismos para resolver los conflictos, y que al igual que ya expresamos respecto a las huelgas o las manifestaciones, se debe ir hacia la verdad desnuda de los conflictos y jerarquía de las razones y a otra forma extrajudicial de resolverlas, según lo expuesto también en el Punto 5º de la Declaración.
Lo tercero entronca con lo anterior. La idea es (contrariamente a lo que da lugar las medidas tomadas) mostrar y demostrar que el hecho delictivo será ajusticiado con todas las consecuencias, siendo esto tan así que en línea opuesta a lo planteado tendría que ser el Estado el que actuara de oficio y velara por la trasparencia en las relaciones sociales y económicas de sus ciudadanos, lo que sin duda terminaría con el delito fácil e impune, o su promoción (con el sustrato mencionado).
Hay que dar otro sentido de justicia y superar un absurdo igualitarismo por el que todos nos enfrentamos al hecho jurídico en igualdad de condiciones, que sólo se esclarecen tras someterse a cien leyes contradictorias u opuestas en vez de una inequívoca o causa primera: todos somos iguales ante la ley, pero lo cierto es que “la paz social” la rompe alguien, alguien no ha cumplido, alguien ha hecho algo esencialmente contrario a lo que se espera, etc.
Aunque no soy muy amigo de los ejemplos, voy a poner uno que engloba de forma aproximada todo lo dicho. Tras la construcción de una vivencia hay defectos. Seguramente el 90% de ellos son tan escandalosamente manifiestos y achacables al constructor que no haría falta para resolverlos nada más que asumir la responsabilidad, representando el no hacerlo la declaración explícita o intencionalidad de eludirla. Para ese 90% no hace falta intermediación (todo lo más administrativa), porque además ya existe jurisprudencia. Si el constructor no asume ese 90% y fuerza al amparo judicial, es responsabilidad suya, si el usuario quiere ir más allá de ese 90% y busca amparo judicial es responsabilidad suya. La cosa es sencilla, la ley debe ser lo suficientemente clara como para ser entendida por las partes (o sus representantes) y aplicarla de mutuo acuerdo, quien no la entienda y busque una interpretación ajena (la del juez) o se vea forzado a ella, quien quiera ampliar la cobertura, debe asumir el criterio equivocado inicial y todo lo que ha comportado (aparato judicial) económicamente, esto es, no sólo las costas de las partes como ocurre ahora (en el mejor de los casos) sino una verdadera penalización. De esta forma el Estado promueve la solución de los conflictos pero controla la sobreactuación y no asume su coste.
La idea, por tanto, es diferenciar las cosas esenciales, separar lo necesario de lo accesorio, establecer una referencia clara (cosa que no suele interesar a casi nadie) e ir hacia una conexión más directa y rápida entre lo pretendido y lo alcanzado, y, por tanto, más barata. Con esta metodología, frente a la vía utilizada, se alcanzaría la supresión de la mitad de los procesos y la mitad del coste social y económico del resto.