DECLARACIÓN

1º Esta sociedad quiere decidir hacia dónde va. Nosotros como sociedad queremos ser dueños de nuestro destino, elegir nuestro camino. Para lograrlo, estableceremos una verdad que esté por encima de la verdad jurídica y por encima de todas sus mentiras o las que seamos capaces de discernir, de acuerdo a las cuestiones que esta sociedad estime prioritarias, esa verdad no será la verdad, pero sí una verdad suficiente o principio de verdad.

2º El principio de verdad es algo de lo que parte esta sociedad, una referencia, a la que quedará sometida la propia referencia política y su arbitrariedad, y, con ella, toda posibilidad de corrupción y acción interesada de los grupos sociales, así como la indeterminación jurídica. De igual modo establecerá las líneas maestras respecto a los objetivos de la educación y la restructuración social, es decir, respecto a determinados objetivos de progreso y cohesión, y la determinación clara que debe ejercer cada sector (familia, barrio, docencia etc.) para su consecución.

3º Esta sociedad resolverá mediante principios de verdad los grandes debates nacionales, sociales y, en definitiva, toda relación política establecida entre dos polos, ya sean entidades o individuos. De este modo, se elevará a principio el derecho de los pueblos, y de las gentes, a ser diferentes pero iguales, y así eliminar todas las tensiones o diferencias políticas que nos impiden ser un único pueblo (universal), delimitando muy principalmente y de forma clara el ámbito de la libertad personal y de la imposición social.

4º El principio de verdad se establecerá sobre las cuestiones que sean precisas, con un nivel jerárquico (como el que se puede establecer entre el derecho a la defensa propia, a la vida, a la propiedad y la integridad física), y se hará de forma meditada teniendo en cuenta aspectos sociales, filosóficos, económicos, o incluso (si así se estima) coyunturales, de acuerdo a las grandes orientaciones que se quiera dar a nuestra sociedad —nuestra idea de sociedad—, y a nuestra propia realidad, es decir, de acuerdo a lo que somos, lo queremos ser y nuestras posibilidades.

5º De forma análoga, muchos de nuestros derechos particulares serán declarados principios mediante este mecanismo y, por lo tanto, apartados del debate jurídico o la necesidad de ser revalidados de forma recurrente, aclarados o avalados por otros medios, es decir, que serán un derecho por defecto (y todo lo que acarrea), y al margen de todo lo demás, exceptuando principios de mayor jerarquía; de lo que se deriva una simplificación de todo el aparato judicial, así como un sosiego individual y social y la certidumbre de no estar sujeto a ardides, además de la de tener una referencia clara para el futuro y para nuevas conquistas sociales.

6º Esta sociedad no reniega de los logros alcanzados por el espíritu liberal pero sí de su deformación o deficiente gestión de la riqueza, o de su perversión, ésta que se da cuando el capital y los medios de producción están en las mismas manos, cuando gran parte de la actividad está en manos de las maquinas y el trabajo se convierte en un bien escaso, y el trabajador una pieza prescindible en este organigrama, y en particular lo es (frente a la mano de obra no cualificada y superespecializada) todo un espectro social que representa a la sociedad del bienestar o unión entre dos mundos, es decir, la que representa los logros de la conquista social y una referencia para la sociedad deprimida.

7º Esta sociedad reclama el usufructo de toda la riqueza social y del desarrollo, la empleabilidad de toda la sociedad, y adecuación de este organigrama a la nueva realidad. Esta realidad nos dice que esta sociedad ha pasado de intercambiar productos, a comprarlos y venderlos, a hacer lo propio con los servicios, pues bien, dada la mínima ocupabilidad de la masa social y el potencial de la misma, esta sociedad tiene que pasar a otro paradigma por el que intercambie servicios y alcance otro sentido de la ocupación. De forma inversa, puesto que las necesidades básicas están cubiertas con muy pocos medios, esta sociedad exige formarse, y emplearse en lo que se ha formado o devolver parte de esa formación en servicios a la sociedad —de los que sin duda una sociedad de bienestar, y cada vez más, precisa—, es decir, devolverla como elementos de cohesión social. Lo anterior se resume diciendo que la forma de ocuparnos nos obliga a una nueva realidad, pero igualmente, la realidad nos obliga a una forma de ocuparnos.

8º De otra parte, es tal la cantidad de esfuerzo excedente (lo que esta sociedad puede hacer y no es acumulable de forma dineraria) que no es posible —esta sociedad no admite— que la ocupación (las posibilidades del hacer), y la riqueza que puede generar, esté sujeta a la rentabilidad económica o el beneficio, o limitada por ella.

9º Este nuevo sentido de la ocupación se basa, en virtud de lo restringida que es ésta para la creación de productos y el repertorio de capacidades (estamos en la sociedad del conocimiento), en la adecuación a dichas capacidades y en su libre ejercicio, esto es, no en el acceso restringido a la vida laboral por un principio de competitividad sino en un acceso masivo de acuerdo a la capacidad, limitado sólo por la necesidad de los sectores de menor cualificación o desprovistos. Esto es la inversión social.

10º La inversión social es, en este caso, un proceso de restructuración social basado en las capacidades de la ciudadanía, lo que permitirá una mejor utilización de estas capacidades, menor resistencia social, y, en consecuencia, un desarrollo no basado en el diferencial de riqueza sino en la utilización de todos los recursos, lo que dará lugar a una sociedad más saludable, solidaria y eficaz, que comparte el compromiso y el progreso, y que rehabilita, o hace suyos, conceptos desacreditados o tradicionalmente ajenos.

Este decálogo, basado en los dos principios expuestos en el Manifiesto, será desarrollado en la Teoría social, donde se pondrá de relieve su verdadero alcance.



Puede adherirse a esta forma de pensamiento. Tal vez aquí y ahora no sirva de mucho pero más tarde puede representar la posibilidad de contabilizar a una humanidad libre de toda servidumbre, o que quiere liberarse de ella y alcanzar otra altura social.






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