miércoles, 20 de febrero de 2013

CORRUPCIÓN A LA ESPAÑOLA


El tema de la corrupción, tal como está el patio, daría para gastar ríos de tinta. No voy a ahondar en las diferentes tesis o debatir las diferentes perspectivas del asunto, como la que sostiene que en efecto la clase política está implicada en el tema de forma generalizada y la que no. Tampoco sobre la que  mantiene como elemento exculpatorio que es reflejo de la sociedad, aunque sí a decir a este último respecto que naturalmente que es reflejo de la sociedad, y naturalmente que los políticos sufren de nuestras mismas flaqueza y vicios, precisamente por eso (porque es así y lo sabemos), y porque el objeto de la flaqueza la tienen tan a mano, por lo que hay que ponerle barreras adicionales. Por esto y porque la admisión en el gremio lleva aparejada la exigencia de la ejemplaridad: no sólo son personas públicas sino personas que deben actuar fundamentalmente de forma pública, a la luz, y por tanto sin posibilidad de engaño.
Pero lo principal no es esto, lo principal es la cuestión del sustrato social en un sentido bien distinto (que desarrollaremos en el cuerpo teórico). La cuestión es que al margen de tal o cual hecho corrupto, cuasi-delictivo o delictivo, hay toda una forma de hacer de la sociedad de la que se alimentan de una forma u otra todas las personas que participan de poder, y de la que la sociedad a su vez se alimenta o forma parte, bien por miedo, ignorancia o necesidad, y que es muy difícil de erradicar porque es parte de lo que somos como sociedad y de nuestra historia.
El problema no es que ellos sean como nosotros el problema es que ellos y nosotros somos de una manera porque no tenemos posibilidad o no sabemos ser de otra.
Al que tiene ese poder político o económico se le brinda pleitesía, no se le cuestiona, se le permite casi todo, se le pide permiso, porque nos puede joder o nos puede beneficiar, tiene a la mano hacer favores o negarlos, lo tiene a la mano, y, en efecto, de una forma u otra, los da o los niega. Y se los dan y se los niegan entre ellos, entra esa parte de la sociedad que tiene algo (aunque no les pertenezca) que pueden dar y tomar, perdiéndose la línea divisoria entre la contraprestación lícita, la ilícita, y la que tiene una repercusión de índole personal.
Ése es el verdadero peligro y es con lo que habría que acabar, y hacerlo sentando algunas bases jurídicas que permitieran denunciar (higienizar o poner a la luz), en todos los ámbitos de la sociedad —sin que surja de la vendetta o medie el enfrentamiento—, determinadas prácticas sustentadas por ese poder sordo y velado.
Como todos sabemos, lejos de ser esto así, se está imponiendo todo lo contrario, se están imponiendo mecanismos facistoides de promoción que aseguran fidelidad antes que criterio e independencia, lo que permite impunidad y complicidad en el primer cerco.
Esto no sólo está en el sustrato de la sociedad sino de esas pequeñas sociedades llamadas partidos políticos, y en los gobiernos que nacen de ellos, por lo que quedan inhabilitados para reconocerlo o liderar cualquier cambio en este sentido: la corrupción no es Bárcenas, ni siquiera la vista gorda hecha por algún círculo cercano, la corrupción es la cantidad de indicios, y detalles  de opulencia visibles para un segundo círculo que no encuentra modo de ser relacionados con un modo de operar claramente fraudulento o extraño y termina siendo cómplice y parte activa de ese sustrato.
Esto no sólo está en el sustrato de la sociedad sino de esas pequeñas sociedades llamadas partidos políticos, y en los gobiernos que nacen de ellos, por lo que quedan inhabilitados para reconocerlo o liderar cualquier cambio en este sentido: la corrupción no es Bárcenas, ni siquiera la vista gorda hecha por algún círculo cercano, la corrupción es la cantidad de indicios, y detalles  de opulencia visibles para un segundo círculo que no encuentra modo de ser relacionados con un modo de operar claramente fraudulento o extraño y termina siendo cómplice y parte activa de ese sustrato.



miércoles, 13 de febrero de 2013

III ASAMBLEA ESTATAL CONSTITUYENTE (Ponencia)


(Lo que sigue está referido al orden del día de la convocatoriade la III asamblea estatal constituyente, y la propuesta de mínimos de la que se acompaña, que en entradas posteriores comentaremos.)

Las preguntas iniciales son más que pertinentes: ¿Qué somos? ¿Qué queremos? ¿Cómo lo tenemos que hacer?, etc. Pero ya eran más que pertinentes en el primer encuentro y sin embargo obviamos la mayor y nos fuimos a otro debate. Nos fuimos a otro debate porque habiendo sido planteado un proceso constituyente como punto de partida se partió de esa idea sin ser tomados en consideración (principalmente por lo promotores de esa idea) otros cuestionamientos anteriores, puestos de manifiesto allí mismo y luego en Cádiz.

Algunas de esas cuestiones se sacan ahora a la palestra, y se sacarán en el futuro en cuanto notemos su ausencia, en cuanto veamos y nos demos cuenta de que hemos quitado una estructura sin poner otra o sin reparar en todas sus implicaciones. Es por eso que tenemos que adelantarnos, que tenemos que analizar seriamente y de forma metódica cuál es la verdadera problemática (hacernos las preguntas) y, en consecuencia, en qué radica la solución y, por tanto, el fundamento de nuestra funcionalidad. Desde el principio.

La pregunta es, para empezar, si es realmente problemática la actual Constitución, si lo es toda ella o si es sólo una parte la que resulta perversa, y, en consecuencia si tenemos que gastar nuestras energías en todo un proceso global (es inevitable o aconsejable) o podemos particularizarlo para las partes nefastas del articulado.

En este sentido podemos decir que con la actual (con su simple desarrollo mediante leyes) nuestro sistema político puede ser infinitamente más democrático de lo que es, y que sólo precisaría su corrección, lo que serviría de borrador de una supuesta nueva Constitución en un estadio final, y permitiría la inclusión de todo un sector reformista.

La pregunta es si el proceso que adoptemos debe estar basado en la modificación de ese articulado (que no lo olvidemos es una cuestión principalmente técnica, y en general pintamos poco ahí) o en el diseño previo de un modelo de sociedad para determinar con él qué leyes y prácticas son contrarias al mismo.

En este sentido parece apropiado que puesto que nos tenemos que poner de acuerdo, lo hagamos en lo fundamental, en las ideas, en las apetencias, que lo demás –su formalización– vendrá dado.

Además de esto, la necesidad de tomar ese camino (del modelo social al articulado) y no el contrario parte de dos realidades, una que la problemática política está empercudida y determinada por toda la coyuntura –o más que coyuntura– económica, otra, que todo este proceso se da al margen del marco político vigente o lo supera.

Dicho de otra forma: hay un imperativo que va más allá del marco político o la decisión política que hay que contrarrestar y que viene gobernado por la realidad económica, o, si se quiere, por la realidad a secas (de la que como se ve no escapa ni los Estados poderosos)

Y de otras dos realidades más: sin un modelo social alternativo definido estaremos abocados a la alternancia política, sin un modelo estaremos sin una referencia clara y sin la certeza de que todos estamos en un empeño más o menos similar, poniéndose de manifiesto cuestiones irreconciliables a la primera de cambio.

Un ejemplo de esto lo podemos tener en la concepción u organización del Estado atribuible a los diferentes partidos (sectores sociales) de la  izquierda catalana. La cuestión es si lo obviamos, si lo resolvemos ahora o más tarde. Otros ejemplos son mucho más domésticos y ponen de relieve cuánto somos de diferentes unos de otros.


Lo relatado constituye el marco adecuado para hablar de nuestra funcionalidad:

(Primera funcionalidad: final)

Tenemos que ser capaces de decidir, por tanto, qué tipo de estructura económica y social podemos demandar, esto es, determinar un modelo económico sostenible y alcanzable desde el actual, y una realidad social practicable:

Si esa realidad pretendida no es alcanzable desde ésta nos estaremos dando contra la pared.
Si esa realidad no es alcanzable, será cuestionable, y estaremos luchando unos contra otros, y dispersaremos las fuerzas.
Si esa realidad es cuestionable no seremos capaces de involucrar al resto de la sociedad, que es la única forma de transformar a las sociedades: estableciendo un estado de opinión que haga de una demanda algo innegociable. Ese contagio es la única forma de alcanzar una soberanía popular o una forma de empoderamiento.


Voy a hacer un poco de pedagogía. Tenemos una caja y tenemos un globo que no cabe en la caja. Un modelo social sirve para hacernos comprender que el globo no cabe en la caja sin necesidad de hacer mil intentos infructuosos (que abren la tapa), y para hacernos comprender que sólo desinflando un poco el globo lo lograremos. El modelo social es el globo y lo que hay que hacer con el globo para transformar un sistema en otro, mediante un repertorio de criterios o elementos de decisión. El globo no es la caja, pero tiene que cumplir todas sus funciones cuando quitemos ésta.

El modelo social tiene que ser flexible o estructuralmente adaptable. Esta adaptabilidad precisa olvidarse de esquemas viejos, y de esquemas pretenciosos, precisa liberarse de esquemas adulterados (igualitarismo imposible), y precisa liberarse de esquemas inútiles, aquellos que se olvidan de los opuestos o que los ponen en clara confrontación. Más importante que saber lo que tenemos qué hacer es saber cómo tenemos que hacer y lo que no podemos hacer.
Esquemas viejos. No se trata de repetir la historia, sacar recetas del pasado o quitarle el polvo a los emblemas.
Esquemas pretenciosos. No se trata de sustituir a la clase política o tomar sus decisiones: el mundo es complicado y precisa de profesionales. Se trata de que esos profesionales hagan su trabajo, hagan lo que le comisionamos o aquello que claramente supera nuestra esfera de decisión (también tenemos que protegernos a nosotros de nosotros mismos).
Esquemas adulterados. La soberanía es más soberanía cuanto más se muestra ésta como eficiente, alcanzando sus objetivos, la cuestión es lograr un sistema en el que todos podamos decir lo que queramos pero sobre todo uno en el que tengan la posibilidad de hacerlo aquéllos que quieran aportar algo y que lo puedan hacer, superando el peso de las mayorías, de forma estructurada y garante.
Esquemas inútiles. Los que no superen definitivamente la lucha de clases y no procuren la síntesis histórica.

El modelo social tiene que ser sostenible paso a paso, esto es, ser capaz de transformar unas estructuras sociales y económicas en otras igualmente viables.

Todo esfuerzo teórico o práctico tiene que estar dirigida hacia lo útil y lo posible. Lo útil y posible, que además responda a la necesidad de un amplio y heterogéneo espectro de personas disconformes sólo puede venir expresado por unas pocas ideas elementales y su desarrollo, esto es, por una Teoría social, por una idea clara de lo que queremos como sociedad.

(Segunda funcionalidad: coyuntural)

Además de esta primera funcionalidad existen otras que se derivan rápidamente del paradigma actual, comunes al grupo y a cualquier grupo que quiera contribuir al movimiento social. Podemos:

*Impulsar la selección de las diferentes propuestas de los partidos políticos mediante referéndum, esto es, la selección una a una de las mismas, y la definición consecuente del modelo social pretendido, y su viabilidad, mediante este mecanismo, superando definitivamente el modelo programático (léase ideológico).

Los partidos tendrán que establecer por tanto de forma clara e individualizada sus propuestas, los límites de las mismas, la prioridad y la viabilidad (superándose de paso esa tomadura de pelo llamada Presupuestos Generales)

*Promover el establecimiento automático (mediante Liquid feedback u otro) de las iniciativas legislativas populares (ILP) y/o de una comisión técnica que impulse leyes populares o comisiones en virtud de la sensibilidad popular (por ejemplo a los temas de actualidad) y las grandes líneas maestras del modelo.

*Revitalizar la utilidad y la independencia de los diferentes organismos de la función pública (la fiscalía del estado y tribunales), esto es, su despolitización.

*Vetar las malas prácticas, la ocultación, la corrupción, mediante una ley de trasparencia que favorezca el estudio y el seguimiento de las distintas acciones políticas y comportamientos.

Se acepta que las posibilidades de actuar en beneficio propio y de terceros de la clase política va infinitamente más allá del cobro de sobresueldos (es muy fácil hacer y muy fácil ocultar), por lo que el comportamiento debe ser y parecer exquisito y estar sometido sin reacción ni discordia a todos los cuestionamientos y exámenes. En el entorno político la irregularidad es la antesala de la corrupción, y como tal hay que tomarla. En este sentido:

La ciudadanía no tiene por qué esperar a que se dé una vendetta para tener conocimiento de la trastienda política, y debe tener canales de información de las irregularidades y análisis rápidos y eficientes a los que esté sometida toda la gestión y los responsables de la misma.

La ciudadanía tiene derecho a cuestionarse no sólo el monto sino la procedencia de un patrimonio antes, durante y después del ejercicio, y a verificar (con el celo que aplica a cualquier ciudadano con un simple ingreso bancario) que ha sido alcanzado con la máxima limpieza (la misma que se le exige a un deportista en el antidoping).

Regular las formas de contratación y toda la casuística que da lugar a favores y contraprestaciones encubiertas.

Regular el traspaso de la ocupación pública a la privada, esto es, el traspaso a un nivel distinto al que se le puede presuponer de las competencias personales, y que pueda derivar consiguientemente de algún tipo de servicio prestado o de la cualificación alcanzada por la carrera política, en lo que se presentaría como rendimiento personal de dicha carrera. Otra cosa es el empleo de esa experiencia en el resto de las áreas públicas y la correspondiente compensación económica en función del reconocimiento social.

En lo que atañe a la funcionalidad coyuntural, nuestra operativa como grupo debe ser:

Delimitar qué cuestiones jurídicas permiten los hechos descritos o son contrarias al ordenamiento político y social pretendido (derogar y establecer).
Impulsar la ilegalidad y/o inconstitucionalidad de todas las prerrogativas, hechos diferenciales, desmanes políticos y sociales etc.
Proponer las pretensiones sociales y los cambios con la misma forma jurídica o acabado con las que la clase política impone sus criterios, esto es, diciendo qué es lo que queremos que diga la ley.
Llevar a la opinión pública.


(Tercera funcionalidad: instrumental)

Dicho esto, hay que decidir que forma de asamblea o grupos constituyentes queremos si la que se propone (de barrio, comarca, etc.) o asambleas constituyentes de ideas (problema-solución-acción) en el marco teórico citado.

Esto enlaza con la pretendida soberanía de los pueblos o la forma que esta tiene: la soberanía es más soberanía cuanto más se muestra ésta como eficiente alcanzando sus objetivos. Y enlaza con los esquemas pretenciosos y adulterados antes reseñados.

La cuestión es alcanzar un sistema en el que todos podamos decir lo que queramos pero sobre todo uno en el que tenga la posibilidad de hacerlo aquél que quiera aportar algo y que lo puede hacer verdaderamente de forma estructurada y cualificada.

Esto nos pone frente al problema capital de la fórmula asamblearia y sus posibilidades de éxito, el de la imposibilidad de dar suficiente cobertura a las diferentes aportaciones y el de que dando esa cobertura por igual se entremezclen y se pongan en el mismo rango lo que deben ser líneas maestras de lo que sólo es la expresión del desencanto, que por un lado frena y por otro enmascara nuestra capacidad o no de diseñar esas líneas maestras, de atacar el problema aún más esencial (en este sentido no está mal ideado el “liquid feedback”). Nos pone frente a la necesidad de establecer mecanismos que permitan establecer un discurso largo allí donde se precisa (porque no puede ser de otro modo). Nos pone frente a la verdadera utilidad de las asambleas: ser realmente operativas respecto a las dos funcionalidades primeras, capaces de armonizar las necesidades actuales con las pretensiones finales y llevar estas últimas a la forma concreta de las primeras.

Esas asambleas por tanto tienen que ser suficientemente capacitadas para discriminar todo esto y elaborar determinados informes-base que sirvan de fuente a otros grupos técnicos y especializados (economistas, juristas, etc.) que articulen operativas y acciones.

Esas asambleas tienen que ser suficientemente capacitadas para determinar qué cosas son malas en sí mismas y son suprimibles (como las citadas anteriormente), que cosas son buenas (pertenecen al marco teórico) pero inabordables, qué cosas son malas (contrarias al marco teórico) pero actualmente irremplazables, y cuáles pertenecen al marco diseñado y son perfectamente asumibles y alcanzables, y responden a propuestas concretas o aisladas que ya suponen solución de algo por sí misma.

Sobre las cuestiones suprimibles y asumibles alcanzaremos un grado de resistencia de determinados poderes, sobre las cuestiones inabordables e irremplazables alcanzaremos una resistencia sistémica, esto es, la oposición de todo el sistema, de la realidad, la inexistencia de caminos reales para pasar de A a C sin pasar por B, por lo que exige el planteamiento claro de objetivos y estrategias.

Todo esto conforma el discurso largo, el desarrollo del marco teórico que dista mucho de parecerse a esa mezcolanza de agravios y buenas intenciones, arengas victoriosas y populistas que aparecen en las algunas Web.


Ahora es el momento de recapitular y establecer propuestas y resoluciones.

1º Respecto a la funcionalidad instrumental sólo cabe promover grupos dedicados al estudio o viabilidad de los diferentes caminos de transformación entre la situación actual y la pretendida o dispuesta por el marco teórico aceptado, y a la recepción de propuestas o planteamientos teóricos en este sentido.

2º Respecto a la funcionalidad coyuntural sólo cabe promover grupos dedicados a establecer qué cuestiones son actualmente suprimibles y asumibles y elaborar una verdadera operativa encaminada a la determinación de todas las leyes o hechos denunciables, y su delegación a grupos técnicos, para lo que cabría establecer estrategias de comunicación y de decisión en el grupo y entre grupos.

3º Respecto a la funcionalidad final, desde aquí se propone la aprobación del modelo propuesto en LaSociedadInversa.com, es decir, la aprobación de la necesidad de un modelo teórico como base estructural del movimiento social (columna vertebral) y la aprobación para estudio del modelo propuesto que dé lugar a un debate destinado a determinar si cumple con las expectativas del movimiento social o si encuentra útiles los planteamientos para alcanzarlas. Ni que decir tiene que es ésta la funcionalidad que establece un hecho diferencial respecto a la situación actual y la que puede llevarnos a otro paradigma.

La sociedad inversa diseña una sociedad del conocimiento y el bienestar perfectamente sostenible, pero esa sociedad se alcanza con trasformaciones paso a paso y en una secuencia determinada que permiten hacerla sostenible en todo momento desde los conceptos de ocupación, riqueza, y crecimiento actuales a los que se propugnan. Estos planteamiento que se desarrollan de forma detallada y conforman la teoría social, son expuestos de forma abreviada en su Manifiesto, donde se analiza la situación actual y se establece un esquema de la misma y de sus errores sistémicos, así como de los grandes ejes o palancas de transformación. No es un modelo de derechas ni de izquierdas ni populista sino un modelo que pretende alcanzar una sociedad socialmente higiénica, sin resistencias.

4º Pero las propuestas de partida van más allá, y van más allá porque la funcionalidad final no es una cuestión abstracta ni banal, es decir, que implica o se sustentan de las aceptaciones concretas esbozadas al inicio de esta ponencia, y otras que tendrán que ser puestas de relieve conforme se vaya ahondando en el marco teórico. Se trata de proponer y aceptar un nuevo conjunto de acotaciones que son en realidad un conjunto de definiciones de lo que pretendemos o queremos ser o un conjunto de principios desde los que queremos partir, esto es, marcar un camino. Sobre las primeras, tenemos que:

A) Aceptar la transformación de la sociedad como el fin prioritario y la de la Constitución como un simple medio al que se podrá acceder de forma total o parcial en virtud de las necesidades.

B) Hacer dejación de los esquemas citados, uno a uno: lo que pretendemos como sociedad supera con creces todos los esquemas nacidos de nuestra memoria, de nuestros rencores, de los anhelos del pasado, de nuestra coyuntura, de nuestra ignorancia, etc.

C) Iniciar un cambio cultural de esta sociedad a través de nuestro propio cambio cultural como individuos, esto es, nuestro cambio personal, superando definitivamente ese sentimiento pernicioso que hace que haya dos tipos de personas, para entender que fundamentalmente hay dos tipos de circunstancias, las que nos implican (y nos dejan dentro) y las que nos complican (y nos dejan fuera). No se trata de ganar la lucha de clases, se trata de superarla.

D) Supeditar la sustitución de los viejos esquemas económicos y sociales a la elaboración de otros nuevos confiables.

E) Etc.

5º Respecto al punto 3 de la convocatoria, actualmente la web se presenta como un recurso propagandístico grandilocuente y un coto reservado. La web (junto al Facebook) debe ser un diario de trabajo y desarrollo: convocatorias, resoluciones, iniciativas, estado, foro de debate sobre las cuestiones sobre las que queramos determinarnos, etc. al que pueda acceder todo el mundo, por lo que deben clarificarse los sistemas de contacto, acceso, réplica, rectificación.

Sea a través de la web o mediante otro mecanismos se tiene que establecer una estructura clara de participación y de trabajo, y un conocimiento y trasparencia de la arquitectura del movimiento social en general: quién está haciendo qué cosa, y cómo se avanza en las diferentes líneas de trabajo.

Lo anterior, así dicho, no parece muy diferente de lo que existe ya en las páginas web de algunos de los diferente movimientos sociales, y no lo será si no se le da un plus de orden y coherencia entre las pretensiones (la coherencia se la da el modelo social), los trabajos que las acompañan, la exposición de los mismos, y la lectura de los resultados finales, esto es, una perspectiva clara de la situación inicial, final, y de la metodología para llegar de una a otra.

6º Respecto al punto 4, solo indicar que estableciendo esa columna vertebral (teoría social) es mucho más fácil (en realidad es indispensable) que otros grupos participen de esta forma de pensamiento y de las acciones asociadas, como se recoge en toda la Teoría social desde su presentación.