jueves, 8 de noviembre de 2012

Inicio a la dinámica de estados


El principio de bipolaridad no es sólo un esquema de funcionamiento o la expresión de la dualidad la naturaleza de las cosas, sino la expresión de la dualidad a la que nos somete dicha naturaleza o la nuestra propia como parte de ella. Somos oprimidos u opresores, pasivos o activos, trabajadores por cuenta ajena o propia, etc.…, y en función de esto tendremos una perspectiva u otra, un posicionamiento en la vida. Por todo ello es además la expresión de nuestra visión parcial, sesgada e incompleta, de nuestras limitaciones e incapacidades.
Frente a un único sentido de la vida (el nuestro), el principio de bipolaridad nos enseña otro, y cómo ambos se presentan como fuerzas complementarias para el crecimiento y el desarrollo de las sociedades, si bien es cierto que con muy distinta servidumbre.
En lo que respecta a la riqueza, el sistema necesita de una determinado reservorio de riqueza (efecto de la desigualdad) para funcionar, un sector hace de esa desigualdad su materia prima, en tanto que para el otro es intrínsecamente nociva (causa de más desigualdad); además de ser contraria al desarrollo natural de las sociedades. Es decir, que la desigualdad necesaria para el crecimiento y desarrollo de las sociedades es esencialmente contraria porque crea nueva desigualdad y por la bipartición de la masa social en dos clases bien distintas al desarrollo de las sociedades. Esto es una paradoja que hay que resolver.
Para unos, por tanto, hay que crecer y para ello hay que aumentar el diferencial (la ddp), y para otros hay que llegar a la igualdad, lo que implica una ddp menor y un menor crecimiento. Esto también hay que resolverlo.
La solución no puede ser el aumento del crecimiento a costa de la igualdad ni el aumento de la igualdad a costa del crecimiento (que es la capacidad de corrección de los ajustes macroeconómicos) o incluso a costa de la viabilidad de nuestro sistema socioeconómico: poner en juego nuestra supervivencia o caer en la subsistencia. La solución tiene que ser otra.
Tendremos tiempo de hablar del problema y de la solución (ya esbozados en el Manifiesto, y que retomaremos en el tercer bloque de la Teoría social), pero entre tanto podemos decir que un proyecto de futuro, o modelo social que se precie, tiene que dar solución a esta cuestión, esto es, debe imaginar un esquema de funcionamiento económico suficiente que no esté basado en la desigualdad… Y debe darla de forma urgente e inexcusable porque la situación va evolucionando de forma natural (por difusión) en el sentido contrario, esto es, en el de necesitar cada vez más un mayor diferencial para funcionar, y esto por causa del propio desarrollo, de la optimización (tecnificación) de procesos y la globalización.
El grupo que asuma dicho modelo debe estar en esa idea y debe llevar a la sociedad (a los dos polos) a la comprensión de la misma. Esto no es fácil porque un colectivo está en una idea y otro en otra, dando lugar a dos facciones sociales irreconciliables y una lucha de clases, pero no es desatinado ni desechable porque, al igual que ocurre con el cambio climático, aunque existan dos grupos con intereses bien distintos, hay una realidad y una necesidad superior común: la supervivencia.
La evolución natural de la sociedad debe ser hacia el bienestar y hacia la consolidación de una extensa clase media, pero esto entra en confrontación con la dinámica del sistema y con los mecanismos actuales de crecimiento. La realidad nos empuja a hacer las cosas de una determinada manera. El afán de muchos se pliega a esa realidad en tanto que otros tratan de superarla mediante anhelos imposibles: sólo se sabe empujar hacia uno de los dos estados extremos de la naturaleza bipolar (también en el planteo de la solución de la propia crisis). Esto debe cambiar.
Las medidas aplicadas deben tener una finalidad muy clara en este marco (el de la bipolaridad), muy distinto de los diferentes ajustes macroeconómicos aplicados en el marco de la economía de mercado (aunque luego aquélla tenga repercusión en ésta).
Un cambio en la cultura económica debe cambiar el lenguaje y las pretensiones. El lenguaje actual sólo sabe de medidas correctoras de los índices fuera de rango a costa de sacar a otros de margen. En cambio, un diagrama de potenciales y flujos (variables naturales de la bipolaridad) sabe de estados o estadios socioeconómicos. Una economía nueva debe tratar de la dinámica de estados.
Hablar de estados es hablar de las pretensiones finales del sistema económico.
Si no se sabe hacer esto no se está ofreciendo nada nuevo.